Las empresas se enfrentan al reto de ser coherentes en tiempos de incertidumbre. Coherencia a la que ayuda la existencia de propósitos corporativos que explican el motivo por el que se hacen las cosas de una determinada manera. Comunicar bien esos propósitos es una acción multimodal, que opera hacia dentro y hacia fuera. Hacia fuera desarrolla una estrategia de asuntos públicos que colabore con la administración y los reguladores a identificar cómo contribuir entre todos a defender mejor un interés general que la incertidumbre hace difuso y confuso a la vez. Hacia dentro requiere un liderazgo cooperativo que transmita implicación y atención, cuidado y proyección.

El líder hoy es un mentor de la colaboración interna y un espejo de la confiabilidad que ha de transmitir la empresa. Y es que, si esta es una comunidad colaborativa con propósitos, la persona es central, empezando por el empleado, que no es una simple pieza sino parte esencial de aquella. Aquí, el uso ético y humanista de la tecnología es esencial porque la digitalización de la empresa ha de ser humano-céntrica y, por tanto, confiable porque empodera al empleado en las responsabilidades que tenga. Un uso ético de la tecnología que se enmarca dentro de un propósito de sostenibilidad, pues digitalizar ha de significar también reducir la huella de carbono y contribuir al propósito verde que debe estar en el corazón de la empresa.